Era un
día que ya no podía más, ya no aguantaba esta situación. Todo le iba mal, cada
esperanza que vertía le salía inservible. Cansado de vivir con tanta mala
suerte, decide escapar e huir de los problemas. Así que pese aquel frío
inevitable, coge y se va sin rumbo, enfadado consigo mismo.
Ya
oscureciendo, se para en un descampado cerca de la carretera para fumarse un
cigarrillo y descansar un poco. Volviendo a pensar con su desastrosa vida, da
un puntapié de rabia en el suelo. Y lo que creía que era una pequeña piedra, ve
que al lanzarlo al aire tenía como un pequeño brillo en la oscuridad, así que
va a cogerlo y lo examina. Era una vieja lámpara de latón y justo al limpiarla
para observarla mejor, empieza a iluminarse y a obtener un color dorado
brillante. El hombre, sorprendido, la lanza otra vez y de ella sale un espectro
semejante a un humano, que por las historias que le contaban de pequeño dedujo
que se trataba de un genio, pero no parecía un genio alegre como el de los
cuentos, era un genio triste, angustiado e infeliz como él. Aturdido por tal
extraño suceso, decide marcharse, pensando que no era más que una ilusión y de
pronto una mano coge su hombro.
-¡Juan!
-le grita el espectro agitándolo- Me has
llamado, no puedes irte aún
-¿Y tu
quien eres? ¿Qué quieres? –Le responde el hombre con la voz apagada y confusa,
ignorando el triste y semejante rostro de infelicidad que poseía el genio
también-
-Soy el
genio al que has llamado y debo concederte un deseo, este único deseo implica
mucha responsabilidad, una vez desees lo que desees no podrás desear nada para
corregir-lo. –Le dice el genio con poco entusiasmo y ánimo-
-¡Por
fin algo de suerte! –Grita el hombre eufórico- pero ahora mismo… ¡Deseo más
deseos, tantos como quiera!
-Tu
deseo es ahora realidad, que tengas mucha suerte Juan, y se responsable.
El
hombre todavía estaba confuso, pero tenía la suerte que muchos hombres querían
tener. A sí que lo primero que decide es probar si funciona tal magia.
-¡Deseo
estar ahora en casa con la comida echa y mi serie favorita recién empezada!
Y así
fue, su primer deseo le empujó a tener una vida fácil, una vida totalmente en
sus manos. Juan tenía las mujeres que quería, una casa enorme, un coche de gama
alta, dejó de fumar, tenía tanto dinero que no le hacía falta trabajar…
Hasta
que tal cosa llegó demasiado alto, la gente que le hacía daño, deseaba que
desaparecieran, tan solo con un enfado, Juan los hacía borrar del mundo. Juan
tenía en dominio sobre todos los países, vivía con todo lo que quisiera en sus
manos. Y un día, cansado de que todo el mundo lo odiase por envidia a sus
poderes, enfadado con el mundo sin pensar, soltó un estruendo y fuerte: ¡Deseo
que desaparezca toda la gente de la faz de la tierra!
Silencio,
mucho silencio. No se oía ni el viento, porque también le molestó un día, no se
oía ni un pájaro, porque un día uno se le cagó encima suyo, silencio absoluto…
Juan estaba
solo, tan sólo con sus deseos infinitos y se derrumbó en un mar de lágrimas,
viendo hasta donde había llegado.
-Pude
conformarme con tener una vida desastrosa y llena de aprendizajes… Pero no lo
hice –decía el hombre lamentando sus errores.-
Ya nada
podía hacer, estaba solo, sin poder desear que se corrigieran sus deseos ya
cumplidos. Como el genio dijo, una vez deseado, ya no se podrá desear nada para
que vuelva a ser como antes. Así que Juan decidió irse de aquel mundo, como
todos los seres que había echado… Cogió su revólver de oro y diamantes y se
apuntó la frente.
-¡Juan!
¡Espera! –El genio apareció de nuevo de la nada-
-¡Déjame
en paz! ¡Todo es por tu culpa! ¡Si no te hubiera encontrado estaría mejor! –Le dijo
gritando el hombre desesperado-
-Estás
equivocado Juan, la culpa es tuya por no hacerme caso. A demás, tu vida era un
desastre cuando te encontré y pudiste remediarlo con mi humilde ayuda y con tu
responsabilidad. Tu mismo has creado esto.
-¡Estás
loco! –Le soltó el hombre sin escucharlo-
El
genio se marchó también para siempre, muy descontento y dejo el cuerpo de aquel pobre hombre tirado
en el suelo. A lo mejor todo le habría ido mejor, deseando en aquél único deseo,
que el genio fuera feliz, desafiando su vida y afrontándola. Pero Juan decidió
ser egoísta y ambicioso y sin darse cuenta puso punto y final a su historia.