viernes, 19 de octubre de 2012

2.El jardinero


El jardinero, hacía tiempo que regaba todas las semillas que se escondían bajo el suelo de su jardín. Cada día dedicava su tiempo a cuidarlas y soñaba con que algun día saliera una espléndida rosa. Parecía que iba a salir un rosal, y lo mimaba, ya que era lo único que le mantenía en vida, el amor hacia una rosa. Pero al día siguiente, se marchitaba su débil y apreciado tallo, y el jardinero llorava desesperado su perdida, pero de todos modos, él seguia dando cariño, y sembraba de esperanza su inmenso corazón en busca de la rosa perfecta.
Después de mucho esfuerzo y muchos llantos, logró que saliera un tallo fuerte y seguro. El jardinero, contento de conseguir su proposito al fin, después de tantas tragédias y engaños provocados por la ilusión, cuido de él. Sólo pensava en aquél tallo tan perfecto, solo cuidava de él, dejando secar los demás. 
Tras dias de cuidar de él, ya amanecía una pequeña parte de una rosa rojiza al extremo, se abria cada dia más. El jardinero soñaba cada día con que se cumpliría su sueño, soñava que tenía la rosa en sus manos para siempre, que nunca se marchitaba ni se secaba. Un día cualquiera, despertó pronto y nervioso por verla, la rosa lo esperaba iluminando su rostro de tonos rojizos y cada uno de sus pétalos creaba una forma espectacular y agradable, era una rosa inmensa, húmeda por el rocío de la mañana. El jardinero, por fin había conseguido lo que siempre había soñado, y se enamoró de aquella rosa que danzaba con el suave viento que la golpeaba. No creía que puediera llegar este momento un día cualquiera, así sin más, pero era cierto. Cada día hablaba con ella hasta la madrugada, le contava su triste vida y también sus pocas alegrías vividas, la rosa prefería escucharlo. Acariciaba su tallo, besava sus pétalos, le regalaba todo lo que le quedaba, su amor.
La noche anterior, el jardinero le susurraba al oído, le decía cosas bonitas, pero ella, aquella noche no lo escuchaba. Triste, se fue a dormir, y su último recuerdo fue la imagen de aquellos pétalos secos, tirados por el suelo, aquél tallo roto por la mitad y su corazón roto a trozos junto a ella. El jardinero murió buscando la perfección, la rosa, sin saber apreciar su amor.

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