domingo, 28 de octubre de 2012

4.El genio infeliz



Era un día que ya no podía más, ya no aguantaba esta situación. Todo le iba mal, cada esperanza que vertía le salía inservible. Cansado de vivir con tanta mala suerte, decide escapar e huir de los problemas. Así que pese aquel frío inevitable, coge y se va sin rumbo, enfadado consigo mismo.
Ya oscureciendo, se para en un descampado cerca de la carretera para fumarse un cigarrillo y descansar un poco. Volviendo a pensar con su desastrosa vida, da un puntapié de rabia en el suelo. Y lo que creía que era una pequeña piedra, ve que al lanzarlo al aire tenía como un pequeño brillo en la oscuridad, así que va a cogerlo y lo examina. Era una vieja lámpara de latón y justo al limpiarla para observarla mejor, empieza a iluminarse y a obtener un color dorado brillante. El hombre, sorprendido, la lanza otra vez y de ella sale un espectro semejante a un humano, que por las historias que le contaban de pequeño dedujo que se trataba de un genio, pero no parecía un genio alegre como el de los cuentos, era un genio triste, angustiado e infeliz como él. Aturdido por tal extraño suceso, decide marcharse, pensando que no era más que una ilusión y de pronto una mano coge su hombro.
-¡Juan!  -le grita el espectro agitándolo- Me has llamado, no puedes irte aún
-¿Y tu quien eres? ¿Qué quieres? –Le responde el hombre con la voz apagada y confusa, ignorando el triste y semejante rostro de infelicidad que poseía el genio también-
-Soy el genio al que has llamado y debo concederte un deseo, este único deseo implica mucha responsabilidad, una vez desees lo que desees no podrás desear nada para corregir-lo. –Le dice el genio con poco entusiasmo y ánimo-
-¡Por fin algo de suerte! –Grita el hombre eufórico- pero ahora mismo… ¡Deseo más deseos, tantos como quiera!
-Tu deseo es ahora realidad, que tengas mucha suerte Juan, y se responsable.
El hombre todavía estaba confuso, pero tenía la suerte que muchos hombres querían tener. A sí que lo primero que decide es probar si funciona tal magia.
-¡Deseo estar ahora en casa con la comida echa y mi serie favorita recién empezada!
Y así fue, su primer deseo le empujó a tener una vida fácil, una vida totalmente en sus manos. Juan tenía las mujeres que quería, una casa enorme, un coche de gama alta, dejó de fumar, tenía tanto dinero que no le hacía falta trabajar…
Hasta que tal cosa llegó demasiado alto, la gente que le hacía daño, deseaba que desaparecieran, tan solo con un enfado, Juan los hacía borrar del mundo. Juan tenía en dominio sobre todos los países, vivía con todo lo que quisiera en sus manos. Y un día, cansado de que todo el mundo lo odiase por envidia a sus poderes, enfadado con el mundo sin pensar, soltó un estruendo y fuerte: ¡Deseo que desaparezca toda la gente de la faz de la tierra!
Silencio, mucho silencio. No se oía ni el viento, porque también le molestó un día, no se oía ni un pájaro, porque un día uno se le cagó encima suyo, silencio absoluto…
Juan estaba solo, tan sólo con sus deseos infinitos y se derrumbó en un mar de lágrimas, viendo hasta donde había llegado.
-Pude conformarme con tener una vida desastrosa y llena de aprendizajes… Pero no lo hice –decía el hombre lamentando sus errores.-
Ya nada podía hacer, estaba solo, sin poder desear que se corrigieran sus deseos ya cumplidos. Como el genio dijo, una vez deseado, ya no se podrá desear nada para que vuelva a ser como antes. Así que Juan decidió irse de aquel mundo, como todos los seres que había echado… Cogió su revólver de oro y diamantes y se apuntó la frente.
-¡Juan! ¡Espera! –El genio apareció de nuevo de la nada-
-¡Déjame en paz! ¡Todo es por tu culpa! ¡Si no te hubiera encontrado estaría mejor! –Le dijo gritando el hombre desesperado-
-Estás equivocado Juan, la culpa es tuya por no hacerme caso. A demás, tu vida era un desastre cuando te encontré y pudiste remediarlo con mi humilde ayuda y con tu responsabilidad. Tu mismo has creado esto.
-¡Estás loco! –Le soltó el hombre sin escucharlo-
El genio se marchó también para siempre, muy descontento  y dejo el cuerpo de aquel pobre hombre tirado en el suelo. A lo mejor todo le habría ido mejor, deseando en aquél único deseo, que el genio fuera feliz, desafiando su vida y afrontándola. Pero Juan decidió ser egoísta y ambicioso y sin darse cuenta puso punto y final a su historia.


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