Aún recuerdo aquel día, terminaba un agradable y cálido verano, quizá uno de los mejores. Así dando paso al primer día de Septiembre, antes de comenzar de nuevo las clases. Aprovechando cada minuto de verano, los rayos de sol calurosos aún presentes. En estas vacaciones, llenas de fiesta y positividad, conocí una chica, me llamó la atención, parecía una chica distinta, especial, con un toque diferente a las demás. Una vez hablamos, su carácter me causaba mucha curiosidad, nos llevábamos muy bien, conectábamos. En aquellos momentos tenía algo de miedo de volver a enamorarme, no me sentía preparado. Pero si sentía aquella sensación al verla, como diciendo: Como me gustaría volver a ser yo mismo, sin miedos y poder enamorarme y ser correspondido. La verdad es que nunca había conocido una chica que me transmitiera esa felicidad y positivismo que ella desprendía tan solo con su sonrisa. Se la veía feliz, muy feliz, estaba bien consigo misma, y le gustaba disfrutar de la vida. Me causaba ganas de seguir conociéndola poco a poco, reírme con su humor particular. Pasaban los días y notaba como poco a poco podía ir saliendo de aquella cárcel de miedos, cada vez estaba más cerca de encontrarme a mí mismo de nuevo y sabía que faltaba poco, que lo conseguiría.
viernes, 7 de diciembre de 2012
7.Recordando aquel día, cada día.
Aún recuerdo aquel día, terminaba un agradable y cálido verano, quizá uno de los mejores. Así dando paso al primer día de Septiembre, antes de comenzar de nuevo las clases. Aprovechando cada minuto de verano, los rayos de sol calurosos aún presentes. En estas vacaciones, llenas de fiesta y positividad, conocí una chica, me llamó la atención, parecía una chica distinta, especial, con un toque diferente a las demás. Una vez hablamos, su carácter me causaba mucha curiosidad, nos llevábamos muy bien, conectábamos. En aquellos momentos tenía algo de miedo de volver a enamorarme, no me sentía preparado. Pero si sentía aquella sensación al verla, como diciendo: Como me gustaría volver a ser yo mismo, sin miedos y poder enamorarme y ser correspondido. La verdad es que nunca había conocido una chica que me transmitiera esa felicidad y positivismo que ella desprendía tan solo con su sonrisa. Se la veía feliz, muy feliz, estaba bien consigo misma, y le gustaba disfrutar de la vida. Me causaba ganas de seguir conociéndola poco a poco, reírme con su humor particular. Pasaban los días y notaba como poco a poco podía ir saliendo de aquella cárcel de miedos, cada vez estaba más cerca de encontrarme a mí mismo de nuevo y sabía que faltaba poco, que lo conseguiría.
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